Estilo atribucional
El estilo atribucional o atribución de causalidad, consiste en realizar inferencias sobre las causas de las conductas de los demás, y también de nuestra propia conducta.
Beck, en 1978 señalaba que la diferencia que existía entre la expectativa y la atribución residía en el instante en que atendíamos a los hechos acontecidos. Mientras que la expectativa nos indicaba la creencia de que un hecho acompañaría a otro en el futuro, la atribución era la convicción de que con seguridad, un hecho había acompañado a otro.
Un paso más en la comprensión de los demás, consiste en intentar averiguar por qué se comportan del modo en que lo hacen. Conviene insistir en que no estamos refiriendo causas “reales” del comportamiento, sino a las causas que nosotros creemos o imaginamos.
En nuestro análisis racional de los hechos, existen sesgos o factores que distorsionan nuestra percepción, destacan principalmente nuestras motivaciones y nuestros procesos emocionales. Los cuales interfieres en la atribución que llevábamos a cabo.
Podríamos decir que las personas nos percibimos como “científicos intuitivos-ingenuos”, que tratamos de encontrar el sentido del mundo físico y social en el que vivimos. Y como consecuencia, esforzarnos por descubrir los elementos invariantes, es decir, patrones con los que esperamos conseguir, de esa manera, una vida más estable, predecible y controlable.
¿Identificas cuál es tu estilo atributivo?
Constantemente hacemos atribuciones a nuestros éxitos y fracasos a diversas causas. Según la teoría atribucional de Weiner, nuestro estilo atributivo depende de tres factores, que son los siguientes:
- Localización de la causa o locus de control:
- Localización interna de la causa: Cuando atribuimos la ocurrencia de un evento a factores de uno mismo. Por ejemplo, al suspender un examen, deducimos que la causa reside en que no hemos estudiado lo suficiente.
- Localización externa de la causa: Cuando atribuimos la ocurrencia del evento a causas externas. Por ejemplo, que hemos suspendido porque la dificultad del examen era muy elevada en general. De alguna manera, señalamos la causa fuera de nuestro control. De nuestras posibilidades.
- Estabilidad:
- Estable en el tiempo: Cuando atribuimos la causa de un evento a factores que no cambian con el tiempo y que consideramos que no se pueden modificar, como pueden ser capacidades (o incapacidades) propias. Siguiendo con el ejemplo anterior, atribuimos que el haber suspendido el examen se relaciona con nuestra falta de capacidades.
- Variable en el tiempo: Cuando atribuimos la causa a factores variables, que pueden darse en un momento del tiempo y variar en otro espacio de tiempo. Por ejemplo, que el día del examen nos hubieran dado una mala noticia, que estuviéramos enfermos o que el nivel del examen fuera excesivamente elevado respecto a lo habitual.
- Capacidad de control:
- Controlable: Cuando creemos que las causas de los eventos las podemos controlar. Por ejemplo, si concluimos que hemos suspendido porque no hemos estudiado lo suficiente o no lo hemos planificado bien, tendremos la creencia de que en el futuro sí vamos a poder superar la prueba.
- Incontrolable: Al considerar que el resultado final es independiente de lo que hagamos. Por ejemplo, creer que no tenemos la capacidad suficiente para aprobar el examen, que el profesor nos “tiene manía” o que no tenemos suficiente tiempo material para superar la prueba.
¿De qué manera nos afectan los estilos atribucionales a nuestra vida?
En este punto podemos hacernos una idea de lo que supone el estilo atribucional predominante en tu día a día. Por ejemplo, si creemos que el éxito o fracaso en nuestro trabajo, relaciones sociales, pareja, amistades dependen en gran manera de lo que podamos hacer (estilo atributivo interno) o si bien no tenemos apenas control sobre ello y el éxito o fracaso que tengamos sean poco más que una moneda al aire (estilo atributivo externo).
Aspectos tan importantes para nosotros como la autoestima, el autoconcepto, la conducta y la calidad de nuestras relaciones van a depender en gran medida del estilo atribucional y la valencia que tengan (positiva o negativa)
Por ejemplo, las atribuciones negativas se relacionan con consecuencias muy negativas para nosotros; puede que no llevemos a cabo algunas tareas por miedo al fracaso, o que no iniciemos incluso metas que nos podrían satisfacer a nivel personal por ese mismo motivo.
Por otra parte, las atribuciones positivas correlacionan con la orientación al logro están relacionadas con conductas que llevan al éxito y con las consecuencias positivas de las acciones.
La conclusión que podemos señalar a todo esto es que en la vida hay aspectos cuyo resultado van a depender de nosotros mismos; de nuestra capacidad y voluntad de realizar las acciones que nos puedan orientar al éxito, mientras que existirán otros cuyo desenlace no va a depender en gran medida de nuestros actos. Se trata de asumir una postura realista en la que podamos considerar que algunas ocasiones nuestros fracasos serán producto de nuestra responsabilidad y en otras no. O no tanto…
Lo mismo podemos decir de los logros y éxitos. La atribución de las causas ha de ser justa, responsabilizándonos de nuestros logros cuando hayan sido fruto de nuestro esfuerzo y señalar a factores arbitrarios cuando nos ocurran acontecimientos positivos que no esperamos.
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